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lunes, 10 de enero de 2011

EMOCIONES


Emociones “negativas“?


¿Viste las comillas en emociones “negativas“?
Las puse porque no hay tal cosa. Si, yo sé, en la experiencia normal hay emociones que se perciben como desagradables y negativas. Pero imagínate que hasta ahora tu forma de sentir tus emociones y tu propia alma han estado bajo el dominio de una concepto cultural impuesto, una actitud inadecuada que ha creado un rechazo ante ciertas emociones. Como resultado ya no los puedes percibir como son. En realidad, todas las emociones son como deben ser, contribuyen a nuestra vida, y en ese sentido son positivas. El problema es el concepto cultural de los llamados sentimientos “negativos“ que nos impide procesarlos bien y que nos hace la vida tan difícil.
Aquí voy a explicar este tema grande en la forma mas breve posible.
¿Para qué sirven las emociones?
A cada rato sentimos algo. Estamos equipados con el don de sentir. Lo necesitamos para hacer experiencias y madurar a través de ellas, lo necesitamos para conectarnos con los demás y con la naturaleza y para orientarnos en la vida. Nuestros sentimientos o emociones no son otra cosa que movimientos internos de nuestra energía vital, movimientos de nuestra alma. Podríamos estar en sintonía con nuestras emociones, podríamos disfrutarlos todos en su manera peculiar; podríamos estar siempre en armonía con nuestras emociones y nosotros mismos. Pero no es así.
A menudo nos sentimos incómodos porque estamos sintiendo una de las llamadas “emociones negativas”. Entonces estamos involucrados en un profundo conflicto interno. Por un lado nuestra alma nos hace sentir algún sentimiento perfectamente natural, por otro lado la sociedad hasta ahora nos viene adoctrinando con la creencia, que ese sentimiento es una emoción negativa, o sea un sentimiento que no deberíamos sentir. Y si lo sentimos a pesar de eso, tenemos que tratar de oprimirlo de alguna manera; y si no logramos eso, debemos sentir vergüenza.
De esa manera perdemos nuestro sentido natural de dignidad, perdemos el amor a nosotros mimos. Entonces estamos separados de nosotros mismo. Donde hubiera un sentido natural de amor a nosotros mismos, donde nos sentiríamos amados y valorados tal como somos, ahí mismo duele una herida, ahí mismo hay un vacío. Es hora de recuperar nuestra relación positiva con todos nuestras emociones. Es hora de recuperar la conexión íntima con nuestra alma.
La naturaleza de nuestras emociones
La realidad natural de nuestra alma es que todos los sentimientos contribuyen de forma positiva a nuestra vida. Los llamados “sentimientos negativos” suceden cuando alguna situación no esta en resonancia con una cualidad, una fuerza, un sentido interno del alma. Suceden cuando esa fuerza del alma se siente desafiada por una situación externa. Por eso decimos que todos los llamados “sentimientos negativos” en realidad son: sentimientos desafiados.
Dos ejemplos de emociones “negativas”, Ira y Tristeza:
La ira es determinación desafiada. Por ejemplo sentimos ira cuando alguien nos trata mal. En esa ira se mueve, se levanta nuestro sentido interno de dignidad para poder responder adecuadamente a ese desafío. ¿Que hay de negativo, de malo en eso?
Cuando nos sentimos mal con la ira (por ser “negativa”) la reprimimos o la sacamos para afuera en forma violenta e improductiva. Con eso perdemos nuestra fuerza de determinación (por ejemplo de asegurar un trato justo).
En cambio: cuando podemos aceptar totalmente a la ira, ahí cambia el panorama. Como resultado de una aceptación tal, podemos sentirnos bien con la ira, la podemos percibir como fuerza de conseguir lo que realmente queremos, la podemos disfrutar como energía, la podemos sentir como determinación clara. Ya no vamos a reaccionar impotente y violentamente. Vamos a poder actuar con consciencia y determinación a favor de lo que realmente queremos.
O veamos la tristeza: Nos sentimos tristes cuando percibimos la perdida de algo que estábamos valorando. La tristeza es nuestro sentido de valoración que se siente desafiado por esa perdida y quiere procesarla. Por ejemplo: podría ser que sentimos amor, cercanía e intimidad con una persona querida. De repente esa persona se distancia o incluso se va de viaje por tres meses. Nuestro sentido de amor y valoración es el que va sentir la perdida. Quiere permanecer en el amor y en la cercanía. La tristeza es nuestro sentido de valoración en movimiento. En ese movimiento esta buscando la fuente interna del amor para poder procesar el sentimiento de la perdida, para poder mantener la calidad de valoración, amor y cercanía (por ej. a pesar de la distancia física).
Ahora: Cuando reprimimos la tristeza (por ser un sentimiento “negativo”) ya no podemos pensar con gratitud en lo bueno que teníamos. Es así que perdemos la conexión con el amor y la cercanía, perdemos lo que estábamos valorando (en nuestro ejemplo la conexión con la persona que está viajando).
Y mientras mantenemos una tristeza reprimida ya no podemos abrirnos otra vez para recibir una calidad parecida en nuestra vida. Así realmente perdemos lo que habíamos valorado. Además se reduce nuestra capacidad de valorar experiencias bellas y disfrutarlas profundamente. Necesitamos cada vez más estímulos externos para sentir algo de placer.
En cambio: Cuando nos sentimos bien con la tristeza podemos permitirle a nuestro sentido de valoración que se mueva, que termine su movimiento natural. De esa manera vamos a quedar en contacto con la calidad que estábamos valorando. Podemos mantener el amor a pesar de las limitaciones del espacio y del tiempo. Podemos pensar en lo bueno con gratitud y nos podemos abrir otra vez para recibir una calidad parecida. Asumiendo y procesando de esa manera nuestras experiencias frustrantes del amor podemos incluso ir desarrollándonos hacia un amor incondicional.
No es casualidad que las llamados “emociones negativas” todas son movimientos de nuestra alma buscando la respuesta humana a un desafío, buscando la manera de madurar con esas experiencias. En esas emociones se están moviendo importantes fuerzas del alma. Por ejemplo el sentido de dignidad, de la auto-expresión, el sentido de justicia, el del amor, de la conexión con los seres humanos, con la naturaleza y otros. En esas emociones también estarían los criterios y la fuerzas para rectificar situaciones que no son dignas para el ser humano. Una sociedad que quiere oprimir a su gente tiene que reprimir a esas emociones.
¿Pero a caso la rabia no es violenta? ¿La tristeza no nos quita fuerza? ¿El miedo no nos limita? ¿Y no son desagradables estas emociones?
Todas esas preguntas son ecos de los códigos viejos de una sociedad opresora. Provienen de códigos que excluyen partes importantes de nuestra alma y bloquean nuestra habilidad de procesar bien los sentimientos desafiados. Son códigos que son inadecuados para vivir una vida que realmente refleje la naturaleza humana y su potencial.
¡Y no es tan difícil! Felizmente no solo estamos equipados con el don de sentir sino también con la habilidad interna de procesar e integrar todos nuestras emociones en nuestro sentido de bienestar. Hay un método que enseña y desarrolla justamente esa habilidad. Se llama A.F.I.: Aplicación de la Facultad Integrativa.

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